Quién era Maurice Jarre
Datos | Información |
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Fecha de nacimiento | 13 de septiembre de 1924 |
Fecha de fallecimiento | 28 de marzo de 2009 (84 años) |
Altura | 1,75 m |
País de origen | Francia |
Formación | Conservatorio de París (Conservatoire de Paris) |
Premios destacados | 3 Oscar, 4 Globos de Oro, 1 BAFTA |
Biografía extensa


Maurice Jarre no componía música: invocaba climas, emociones y paisajes con una batuta en lugar de varita mágica. El suyo no era un estilo: era una experiencia sensorial. Desde que dejó la ingeniería para entregarse a la música, demostró que lo suyo no era acompañar imágenes, sino elevarlas. Y cuando el cine lo necesitó para convertir el silencio en emoción, él ya estaba listo con la orquesta afinada.
Carrera como compositor de cine
Comenzó en Francia, en los años 50, creando música para teatro y colaborando con el Théâtre National Populaire, donde aprendió a equilibrar la narración con el poder de lo sonoro. Sus primeras composiciones eran austeras, nacidas en escenarios pequeños y con presupuestos aún más reducidos. Pero su talento ya dejaba entrever una ambición orquestal imposible de contener.
Su salto al cine internacional fue todo menos discreto: Lawrence de Arabia (1962), dirigida por David Lean, no solo fue su primer gran encargo fuera de Francia, sino que le valió su primer Oscar. A partir de ahí, se convirtió en el compositor de confianza de Lean, con quien volvió a colaborar en Doctor Zhivago (1965) y Pasaje a la India (1984), formando una de las duplas más icónicas del séptimo arte. Cada vez que Lean necesitaba elevar el alma de una imagen, llamaba a Jarre, y éste respondía con una sinfonía.
Bandas sonoras para grandes directores
A lo largo de su carrera, trabajó con nombres de peso pesado: Alfred Hitchcock (sí, aunque brevemente en Topaz de 1969), John Huston, Peter Weir, Volker Schlöndorff… Su versatilidad era tal que podía pasar de las vastas dunas de Arabia a los pasillos de un internado en Vermont sin perder ni una nota de identidad. Fue ese equilibrio entre lo monumental y lo íntimo lo que hizo de su estilo algo tan reconocible como inolvidable.
Años 70 y 80 adaptándose al nuevo cine
Durante los años 70 y 80, Maurice Jarre desplegó una versatilidad asombrosa. No solo consolidó su lugar como maestro de la épica, sino que también demostró que podía moverse entre géneros con la soltura de quien cambia de instrumento sin perder el compás. Desde la aventura colonial hasta la sátira pop, pasando por el thriller político y el drama ecologista, sus partituras seguían sorprendiendo.
En El hombre que pudo reinar (1975), dirigida por John Huston y protagonizada por la imbatible pareja Sean Connery – Michael Caine, Jarre firmó una partitura de tono imperial, con aires orientales y marchas que narraban tanto la ambición como la tragedia de sus protagonistas. Una obra que equilibra majestuosidad y fatalismo con una precisión quirúrgica.
En El mensaje (1977), película histórica dirigida por Moustapha Akkad y que tuvo como protagonista a Anthony Quinn, Jarre combinó instrumentos tradicionales árabes con su enfoque sinfónico para ilustrar la vida del profeta Mahoma. Fue una banda sonora compleja, de gran respeto cultural, que le valió una nominación al Oscar y al Globo de Oro.
Y sí, también hizo comedia: Top Secret! (1984), la parodia de espías protagonizada por un jovencísimo Val Kilmer, es un ejemplo de cómo incluso en los terrenos del absurdo, Jarre sabía encontrar el tono. Aquí, su música caricaturesca y grandilocuente añade capas de humor al pastiche, burlándose con amor de los clichés del cine clásico.
En Pasaje a la India (1984), volvió con David Lean por todo lo alto. La banda sonora es elegante, introspectiva, cargada de tensiones coloniales y paisajes emocionales. Otro Oscar más para su colección. Porque Jarre y Lean eran como Lennon y McCartney… sinónimo de éxito.
En La costa de los mosquitos (1986), dirigida por Peter Weir y protagonizada por Harrison Ford, Jarre mezcla la melancolía con un aire exótico. La música acentúa la paranoia creciente del personaje de Ford y su ruptura con el mundo moderno. Es una de sus partituras más atmosféricas, y aunque no tuvo premios, dejó un gran sabor de boca en la crítica y el director, que volvió a contar con él más adelante.

Jarre también se adentró en el thriller, creando la banda sonora de una de las películas más esquizofrénicas de los 80, Atracción fatal (1987), dirigida por Adrian Lyne, aquí optó por un enfoque más sobrio y contenido, la tensión se mide en cuerdas tensas y silencios inquietantes. El resultado fue tan eficaz que todavía algunos no pueden ver una olla hirviendo sin recordar la escena del conejo…
Ese mismo año, compuso para Enemigo mío (1987), ciencia ficción con mensaje antirracista dirigida por Wolfgang Petersen. Su música, entre lo alienígena y lo espiritual, fue clave para humanizar a los personajes y dar dimensión emocional a una historia de enemistad transformada en hermandad.
En estos últimos años de la década alternaba thrillers políticos como No hay salida (1987), con Kevin Costner, como comedias como Presidente por accidente (1988), con Richard Dreyfuss acompañando los giros ridículos de una trama tan improbable como entretenida.
El club de los poetas muertos (1989)
Jarre volvió a dejar una melodía épica en una de las películas más icónicas de Robin Williams y donde volvió a encontrase en la dirección con Peter Weir. En esta historia de sueños, pérdidas e ideales adolescentes, Jarre recibió un encargo muy claro: debía componer una música sobria, contenida, que no invadiera los diálogos, pero que en silencio acompañara el despertar emocional de los protagonistas.
Y lo hizo con maestría. Desde las primeras escenas, sus solemnes gaitas tiñen el colegio Welton de un aire ancestral, rígido y casi sagrado, reflejando la tradición que oprime a los alumnos. Pero es en el clímax final, cuando los jóvenes se alzan en sus pupitres y pronuncian el inolvidable «¡Oh capitán, mi capitán!», donde la música de Jarre se funde con la imagen en un abrazo silencioso. Una melodía apenas susurrada, cargada de respeto y rebeldía, que convierte ese gesto en uno de los homenajes más conmovedores que nos ha regalado el cine.
Años 90 y éxito de Ghost
Durante esta época, Jarre fue uno de los pocos compositores capaces de saltar de un género a otro sin perder identidad. Su uso del Fairlight CMI (Computer Musical Instrument) los primeros samplers y sintetizadores digitales, le permitió explorar nuevas texturas sin renunciar a la emoción. Era un alquimista sonoro: lo mismo hacía llorar con un oboe que reír con una marimba afinada con sarcasmo. Y claro llegó y volvió a hacerlo en Ghost (1990). Aunque la escena del torno de cerámica quedó eternamente asociada a la canción de The Righteous Brothers Unchained Melody, la partitura original de Jarre acompaña todo lo demás: lo paranormal, lo romántico y lo trágico. Su música fue el pegamento invisible entre el mundo físico de Molly y el espiritual de Sam.
Legado en las bandas sonoras y cine de Maurice Jarre
Su proceso creativo era legendario. A veces escribía de madrugada, otras tras largas caminatas. Se decía que necesitaba estar solo, con su piano, su vino blanco y una absoluta concentración. Amante de los métodos analógicos, usaba lápiz y papel hasta el final, anotando cada compás como quien traza un mapa de emociones. Sus borradores eran obras de arte por sí mismos, con indicaciones, correcciones, y a veces pequeños dibujos que solo él entendía.
En total, compuso más de 150 bandas sonoras. Y aunque algunas pasaron más desapercibidas —nadie puede estar siempre en estado de gracia—, incluso en sus trabajos menores se percibía su obsesión por el detalle y su respeto por el poder narrativo del sonido.
En definitiva, Maurice Jarre no componía música para decorar una escena: la transformaba, la dotaba de propósito. Convertía una mirada en un poema, un paisaje en una promesa, un final en una eternidad.
Carrera fuera del cine
Aunque su carrera estuvo centrada en el cine, también compuso para teatro y televisión, y ofreció conciertos sinfónicos que eran auténticas sesiones espirituales. A diferencia de su hijo, el pionero de la música electrónica Jean-Michel Jarre, Maurice se mantuvo más en el clasicismo… aunque con esa vena experimental que lo mantuvo vigente durante cinco décadas.
¿Por qué es conocido Maurice Jarre?
Maurice Jarre siempre será recordado por ser uno de los grandes arquitectos sonoros del cine del siglo XX. Sus composiciones marcaron época y definieron la gran épica cinematográfica de los años 60, 70 y 80. Y popularmente, por ser el responsable de melodías y bandas sonoras que todavía hoy resuenan en la cabeza de muchos amantes del cine:
- Lawrence de Arabia (1962)
- Doctor Zhivago (1965)
- El hombre que pudo reinar (1975)
- El mensaje (1977)
- Pasaje a la India (1984)
- Único testigo (1985)
- Enemigo mío (1987)
- El club de los poetas muertos (1989)
- Ghost (1990)
Cada una de estas obras representa una faceta distinta de su arte: lo grandioso, lo íntimo, lo espiritual y lo humano. Esa es su grandeza. Su legado, como sus partituras, ha sido profundo y persistente. Abrió camino a una nueva forma de entender la banda sonora como un personaje más. Inspiró a generaciones de compositores, fue homenajeado en vida y sigue siendo referencia en escuelas de cine y conservatorios. El hecho de que muchos aún lo confundan con su hijo solo demuestra una cosa: el apellido Jarre dejó huella. Y muy profunda.
Bandas sonoras y películas de Maurice Jarre
Título en España | Título original | Año de estreno |
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El día más largo | The Longest Day | 1962 |
Lawrence de Arabia | Lawrence of Arabia | 1962 |
Les dimanches de Ville d’Avray | Les dimanches de Ville d’Avray | 1963 |
La persecución | Un roi sans divertissement | 1963 |
Behold a Pale Horse | Behold a Pale Horse | 1964 |
Week-end à Zuydcoote | Week-end à Zuydcoote | 1964 |
El coleccionista | The Collector | 1965 |
Anna Kauffman | Anna Kauffman | 1965 |
Doctor Zhivago | Doctor Zhivago | 1965 |
Los profesionales | The Professionals | 1966 |
¿Arde París? | Is Paris Burning? | 1966 |
La noche de los generales | The Night of the Generals | 1967 |
Barbarella | Barbarella | 1967 |
La caída de los dioses | La caduta degli dei | 1968 |
El póker de la muerte | 5 Card Stud | 1968 |
Villa Rides | Villa Rides | 1968 |
El hombre de Kiev | The Fixer | 1968 |
Topaz | Topaz | 1969 |
La hija de Ryan | Ryan’s Daughter | 1970 |
Sol rojo | Red Sun | 1970 |
El juez de la horca | The Life and Times of Judge Roy Bean | 1972 |
El hombre de Mackintosh | The Mackintosh Man | 1973 |
Grandeur nature | Grandeur nature | 1973 |
Miércoles de ceniza | Ash Wednesday | 1973 |
La isla del fin del mundo | The Island at the Top of the World | 1974 |
El hombre que pudo reinar | The Man Who Would Be King | 1975 |
El mensaje | The Message | 1977 |
Jesús de Nazaret (serie TV) | Jesus of Nazareth | 1977 |
El tambor de hojalata | Die Blechtrommel | 1978 |
El mago de Lublin | The Magician of Lublin | 1979 |
El último vuelo del Arca de Noé | The Last Flight of Noah’s Ark | 1980 |
Firefox | Firefox | 1982 |
El año que vivimos peligrosamente | The Year of Living Dangerously | 1982 |
Pasaje a la India | A Passage to India | 1984 |
La gran huida | Dreamscape | 1984 |
Top Secret! | Top Secret! | 1984 |
Mad Max: Más allá de la cúpula del trueno | Mad Max Beyond Thunderdome | 1985 |
Único testigo | Witness | 1985 |
Enemigo mío | Enemy Mine | 1985 |
La costa de los mosquitos | The Mosquito Coast | 1986 |
Gaby. Una historia verdadera | Gaby: A True Story | 1987 |
No hay salida | No Way Out | 1987 |
Atracción fatal | Fatal Attraction | 1987 |
Gorilas en la niebla | Gorillas in the Mist | 1988 |
Cocktail | Cocktail | 1989 |
El club de los poetas muertos | Dead Poets Society | 1989 |
Hasta la noche, mi amor | Until the End of the World | 1990 |
Ghost | Ghost | 1990 |
La escalera de Jacob | Jacob’s Ladder | 1990 |
El cielo se equivocó | Chances Are | 1990 |
La sombra del lobo | Shadow of the Wolf | 1992 |
Crisis solar | Solar Crisis | 1992 |
Fuegos internos | Fires Within | 1992 |
Pactar con el diablo | School Ties | 1992 |
Mr. Jones | Mr. Jones | 1993 |
Sin miedo | Fearless | 1994 |
Un paseo por las nubes | A Walk in the Clouds | 1995 |
El día y la noche | El día y la noche | 1997 |
Sunshine | Sunshine | 1999 |
Soñé con África | I Dreamed of Africa | 2000 |
Topaz (reedición) | Topaz (re-edition) | 2001 |
Enamorados del desierto | In Love with the Desert | 2001 |
Rebelión en Polonia | Uprising | 2001 |
Curiosidades y detalles adicionales
- Aunque su música suene etérea, Jarre era un perfeccionista implacable. Cuentan que reescribía partituras enteras por una nota mal colocada… y que una vez despidió a un violinista por desafinar durante un ensayo. Leyenda o no, nadie se atrevía a llevarle la contraria con una batuta en la mano.
- Aunque trabajó con muchos directores, su relación con David Lean fue única: Lean decía que sus películas no estaban completas hasta que Jarre no las había musicado. En otras palabras: era su John Williams particular.
- Rechazó trabajar en 2001: Una odisea del espacio porque quería tomarse un descanso, y lo cierto es que a Jarré le vino bien su descanso después de hacer 4 películas ese mismo año y 2001 no necesitó de su maestría para seguir siendo un clásico inolvidable del cine.
- Era tan obsesivo que revisaba la acústica de las salas de grabación él mismo. Nos lo imaginamos con una copa de vino blanco en la mano, siempre con clase, corrigiendo resonancias, señalando esquinas imposibles y dejando claro que, en su música, hasta el último eco tenía que sonar perfecto.
Cuando Maurice Jarre —el mismo que había llenado los desiertos de Lawrence de Arabia y los inviernos rusos de Doctor Zhivago con orquestas monumentales— empezó a componer con sintetizadores en los años 80, a más de un purista le dio un síncope.
«¿Un compositor clásico usando máquinas?», murmuraban, como si Jarre fuera a cambiar su batuta por un joystick de Atari.
Pero como siempre, cerró bocas. Bandas sonoras como Único testigo (1985), El club de los poetas muertos (1989) o Gorilas en la niebla (1988) demostraron que podía convertir el sonido electrónico en pura emoción sinfónica. No era un capricho ni una moda: era una evolución natural de su talento.
Algunos críticos empezaron a compararlo con Vangelis, el genio de Blade Runner y Carros de fuego, por su capacidad de conmover usando teclados y ondas de sonido. Pero no nos confundamos: Jarre seguía más cerca de Seguéi Rachmaninov que de Blade Runner. Aunque usara sintetizadores, su música seguía respirando melodía intensa, romanticismo épico y sensibilidad orquestal.
Premios y nominaciones de Marice Jarre
Organismo (año) | Película | Resultado |
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Oscar (1962) | Lawrence de Arabia | Ganador * |
Oscar (1965) | Doctor Zhivago | Ganador * |
Oscar (1984) | Pasaje a la India | Ganador * |
Oscar (1977) | El mensaje | Nominado |
Oscar (1985) | Único testigo | Nominado |
Oscar (1988) | Gorilas en la niebla | Nominado |
Oscar (1990) | Ghost | Nominado |
Globo de Oro (1962) | Lawrence de Arabia | Nominado |
Globo de Oro (1965) | Doctor Zhivago | Ganador * |
Globo de Oro (1984) | Pasaje a la India | Ganador * |
Globo de Oro (1990) | Ghost | Nominado |
Globo de oro (1996) | Un paseo por las nubes | Ganador * |
BAFTA (1965) | Doctor Zhivago | Ganador |
Mejores bandas sonoras de Maurice Jarre
Maurice Jarre no fue solo un compositor: fue un arquitecto de emociones. Hizo que el cine sonara a algo más que diálogos y efectos. Hizo que el silencio fuera música y que la música contara historias. En un mundo donde la épica se mide en decibelios, Jarre sigue siendo el referente con el que se comparan los demás. Y aunque su batuta se apagó en 2009, sus notas siguen flotando en cada sala de cine donde alguien decide que la emoción necesita orquesta.
Apaga las luces, sube el volumen. Jarre empieza.
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